Un nuevo escándalo sacude los cimientos de la Iglesia Católica en el Perú. El obispo de Juli, Ciro Quispe López, fue acusado de llevar una doble vida mientras predicaba sobre moral y familia cristiana. De acuerdo con diversas denuncias, el religioso mantenía relaciones sentimentales con más de diez mujeres, entre ellas monjas, novicias y empresarias.
Las pruebas —audios, videos y fotografías— fueron entregadas por las propias involucradas y por una exempleada del obispado, conocida como Julia, quien decidió revelar los hechos ante las autoridades eclesiásticas.
El escándalo se desató cuando las supuestas parejas coincidieron en la fiesta de cumpleaños número 50 del obispo. Según el periodista Liubomir Fernández, la reunión terminó en una confrontación entre las mujeres, quienes descubrieron que todas mantenían una relación con el mismo sacerdote.
Los audios filtrados muestran a un Quispe López muy distinto al hombre de fe que oficiaba misa. En uno de ellos se le escucha decir frases como “Te amo mucho, mi gorda preciosa”, evidenciando su vínculo afectivo con una de las mujeres.
La exempleada Julia declaró que el obispo utilizaba las instalaciones del obispado para sus encuentros amorosos:
“Veía toallas higiénicas, rastros de sangre en la cama, pelos de mujer en la ducha. Todo eso tenía que limpiar”, relató.
La comunidad aymara expresó su indignación por la doble vida del prelado y exigió explicaciones también por el presunto uso irregular de fondos destinados a obras sociales. El semanario Hildebrandt en sus trece reveló que Quispe habría desviado cerca de 100 mil soles de un programa de Naciones Unidas.
Además, las investigaciones periodísticas indican que algunas de sus parejas —como Elizabeth Céspedes del Carpio y Noni Ayestas Castillo— habrían recibido contratos y beneficios económicos del obispado.
El empresario Bernabél Quispe Mamani denunció haber sido estafado por el obispo, tras invertir 280 mil soles en la remodelación de una casa de retiro:
“Me ha estafado y me ha sacado por la fuerza. Es un matón que merece ir a la cárcel”, afirmó.
Parte del mobiliario de esa casa habría sido trasladado a una pollería de propiedad del obispo en Cusco, de nombre “Patas Arriba”.
Ante la presión de la comunidad y las pruebas recabadas por el Vaticano, a través del obispo Marco Cortez Lara, Ciro Quispe presentó su renuncia, la cual fue aceptada por el papa León XIV en julio de 2024.
Su última misa en Juli, lejos de ser una despedida solemne, se convirtió en un reclamo público de los feligreses, que le exigieron rendir cuentas por los fondos y sus actos. El hombre que se proclamaba defensor de la moral cristiana terminó abandonando el púlpito entre denuncias de amoríos, corrupción y traición a su fe.

