Pelé es el rey del deporte rey y sobran razones para creer ello. Él lo cambió todo y dejó al fútbol como hoy lo conocemos. Es el pionero de todo y de todos. Y, claro, también es el auténtico precursor de la publicidad en el balompié. No es para menos.
En tiempos en los que no existía el Internet y mucho menos las redes sociales, en los que la inmediatez de la información tardaba años luz en comparación a hoy, y en los que la mayoría de fotos se limitaban al blanco y negro, la imagen de Pelé podía trascender cualquier rincón del planeta de la manera en que sea.
Su figura se agigantó a nivel mundial por representar, pues, la primera estrella de un deporte que comenzó a ser más grande con él. Ganar una Copa del Mundo a sus 17 años fue el inicio de todo. Ganar otra con 21 ya le había posicionado en las páginas más gloriosas del balompié y del deporte en general sin saber cuántas generaciones más venían por delante.
De todas formas, él se ganó una popularidad universal gracias a un enorme talento nunca antes visto. Con la pelota, maravilló a propios y extraños. Hizo del fútbol un deporte más atractivo. Hizo del fútbol el deporte rey.
Y las marcas más poderosas de entonces añoraban su imagen…
El pacto roto por los chimpunes de Pelé
Ya consolidado como O’ Rei del fútbol, el dinero entonces giraba a su alrededor tanto como la pelota. Con el Santos -club en el que conquistó más de 20 títulos y celebró más de mil goles-, realizó muchas giras internacionales por América y Europa en los 60′s y 70′s, acrecentando y extendiendo así su leyenda y fortaleciendo su figura mercantilista más allá de Brasil.
En Perú, por ejemplo, jugó más de una vez contra Alianza Lima, Universitario, Sporting Cristal, Melgar y Sport Boys. Y todos, pues, lo reconocían como el mayor referente del balompié; incluso, nuestros mismos referentes de antaño. Pero es en las Copas del Mundo donde la imagen del brasileño cobraba mayor valor.
Por eso, ya entrando en tiempos un toque más modernos, en México 1970 -su último Mundial-, Pelé se sirvió de su gran potencial comercial y protagonizó una estrategia publicitaria en el certamen que en su momento pasó desapercibida para muchos, pero no para Pumas y Adidas, que habían hecho un pacto con el crack brasileño en el medio.
Los hermanos Rudi y Adi Dassler, dueños de ambas compañías respectivamente, firmaron un tratado de no agresión con el fin de evitar cualquier guerra comercial durante el Mundial de 1970. Los dos acordaron no realizar ningún tipo de acción con Pelé, la estrella del torneo.
Sin embargo, uno de los hermanos rompió ese pacto. Fue Rudi, o más bien Puma (que es lo mismo a final de cuentas). Durante la cita mundialista, esta marca deportiva logró convencer a O’ Rei para que abandonara la modesta marca que le patrocinaba (Stylo) y, entonces, luciera los chimpunes de la firma felina frente a todos: las populares Puma King. Y así fue.
En los cuartos de final contra nada más y nada menos Perú, Pelé se inclinó hacia el césped para atarse sus botines antes del pitazo inicial y, de inmediato, todas las cámaras apuntaron a sus manos y chimpunes. El logo de Puma, entonces, se hizo visible en todo el mundo gracias al brasileño.
Este mismo gesto lo repitió en la final ante Italia, pidiendo al árbitro que pare las acciones para poder amarrar sus chimpunes. A Puma le significó un incremento en más de un 30% en su venta de zapatillas; a Pelé, por su parte, su simple acción marketera le valió 120 mil dólares de ingresos como plus extra a su tercera consagración mundial.
Así, además, nació el conflicto entre Pumas y Adidas, que se mantiene más de cincuenta años después. La relación se rompió, pues, por los chimpunes de una leyenda que desconocía el pacto detrás entre dos hermanos.
Un genio publicitario hasta el final
Desde aquella vez, O’ Rei no se ha cansado de embolsar dinero gracias a su fortificada imagen comercial. Y es que él no solo se encargó de ser un genio dentro de la cancha, sino también fuera de ella.
Todos, en su momento, conocieron a Pelé. Porque disfrutaron de él o porque escucharon de él. De hecho, las generaciones actuales le alaban sin siquiera haberlo visto jugar. Su huella en el fútbol es, pues, imborrable. Pero no solo eso.
El brasileño, por lo que representó y todavía representa, ha mantenido vínculos no solo con marcas deportivas, sino también con otras firmas del sector bancario, farmacéutico, aerolíneas, de comida, de videojuegos, entre otros, a lo largo de su vida. Incluso, fue protagonista de un popular comercial de viagra hace 20 años. Cosas de la publicidad.
Asimismo, Pelé tuvo un sinfín de facetas en sus 82 años de vida. No solo fue futbolista, sino que también experimentó como empresario, cantante, actor (participó en 10 películas) y hasta político luego de colgar los chimpunes. Su imagen trascendió por todos lados.
Es por eso que más fortuna hizo fuera de la cancha que dentro de ella. Sus contratos como futbolista no son absolutamente nada comparados con los contratos publicitarios que generó con su potente figura.
“Yo no me hice rico con el fútbol como hacen los jugadores de hoy. Yo gané dinero por la publicidad, cuando dejé de jugar, pero ninguna de tabaco, alcohol, política o religiosa”, confesó más de una vez el astro brasileño. Y nada más cierto de la realidad.
El 29 de diciembre, Pelé partió y dejó un patrimonio neto que supera los cien millones de dólares, según el portal ‘Celebrity Net Worth’. Una riqueza tan eterna como él mismo.